Las emociones están presentes en nuestras vidas desde que nacemos y juegan un papel relevante en la construcción de nuestra personalidad e interacción social. Por ello, es muy importante trabajar la inteligencia emocional desde edades tempranas.
Enlace a un artículo sobre la educación emocional: Educación Emocional
ACTIVIDADES PARA APRENDER A RECONOCER LAS EMOCIONES
1. Crear un diccionario de emociones:
Esta
actividad se puede realizar a cualquier edad (a partir de unos 2 años).
Consiste en coger varias fotografías con personas, niños o personajes expresando una emoción y los niños deben identificar la emoción y clasificar las imágenes.
Las fotografías las pueden buscar en internet e imprimirlas con anterioridad. También, algunas las pueden buscar juntos en revistas o periódicos.
Para los más pequeños puedes empezar con un par o tres de emociones básicas
(alegría, tristeza, enfado, miedo, amor o asco) e ir ampliando progresivamente a otras emociones más complejas.
Consiste en coger varias fotografías con personas, niños o personajes expresando una emoción y los niños deben identificar la emoción y clasificar las imágenes.
Las fotografías las pueden buscar en internet e imprimirlas con anterioridad. También, algunas las pueden buscar juntos en revistas o periódicos.
Para los más pequeños puedes empezar con un par o tres de emociones básicas
(alegría, tristeza, enfado, miedo, amor o asco) e ir ampliando progresivamente a otras emociones más complejas.
2. Leer cuentos de emociones:
Los libros pueden ser nuestros grandes aliados
en la educación emocional de los niños y niñas.
Nos ayudan a tener mayor vocabulario emocional, a reconocer e
identificar emociones, a comprender nuestras experiencias vitales (pasadas o
futuras), a empatizar con los demás, a poner consciencia y palabras a lo que
nos sucede (eso nos ayuda a sobrellevarlo mejor), nos muestran modelos y
estrategias para resolver conflictos, nos reconfortan, fomentan el diálogo, etc.
Estos son algunos cuentos muy buenos para trabajar las emociones:
3. Jugar con "EL
TEATRILLO DE LAS EMOCIONES":
Esta
actividad consiste en crear un pequeño teatro donde representaremos
historias inventadas por los propios niños y donde aparecerán diferentes
emociones.
Para ello necesitamos:
Para ello necesitamos:
Algunos personajes: que pueden ser juguetes o
figuritas (que tengamos en casa o en el aula) marionetas, peluches, incluso
títeres de palo que podemos hacer de forma casera, por ejemplo con
personajes de nuestros cuentos preferidos.
Dos dados: uno con las emociones básicas y
otro con objetos o lugares. Los podemos elaborar nosotros mismos, dibujando las distintas emociones y objetos en cartulinas.
Como se juega:
El niño escoge sus
personajes y tira los dados dos veces. Ahora debe inventar (y representar) una
historia donde aparezcan las dos emociones que le han salido y los dos
elementos del otro dado.
4. Actividad "REPRESENTAMOS
EMOCIONES":
Ponemos
un espejo delante del niño y le ayudamos a representar las expresiones de
cada emoción. Luego, podemos jugar a hacernos fotos unos a otros representando emociones.
5. Juego "MEMORI DE
EMOCIONES":
Con las fotografías de la actividad anterior podemos montar un memori casero de
emociones.
Necesitamos imprimir un par de fotografías del niño expresando cada emoción. Luego las pegamos en tarjetas idénticas que podemos hacer con cartones cuadrados. ¡A jugar!
Necesitamos imprimir un par de fotografías del niño expresando cada emoción. Luego las pegamos en tarjetas idénticas que podemos hacer con cartones cuadrados. ¡A jugar!
6. La Música:
La música nos despierta recuerdos y experiencias, pero además nos evoca
emociones.
Con estas canciones aprenderemos a identificar las emociones:
7. Técnica de la Tortuga:
Podemos explicarle a los niños y niñas el cuento de la tortuga y hacer una analogía con lo que a veces le sucede a él, así cuando esté enfadado y a punto de actuar de forma impulsiva (pegando, empujando, insultando, gritando o parecido) puede acordarse de la tortuga y actuar como ella.
Es decir, resguardarse en un caparazón imaginario, para relajarse y pararse a pensar antes de actuar. Así le será más fácil encontrar soluciones a sus problemas sin dañar a los demás ni a él mismo.
Si practicamos varias veces la técnica junto a los niños, con el tiempo serán capaces de aplicarla ellos solos cuando la necesiten y así ir ganando autogestión de sus emociones, a la vez que disminuirá su impulsividad.
Es decir, resguardarse en un caparazón imaginario, para relajarse y pararse a pensar antes de actuar. Así le será más fácil encontrar soluciones a sus problemas sin dañar a los demás ni a él mismo.
Si practicamos varias veces la técnica junto a los niños, con el tiempo serán capaces de aplicarla ellos solos cuando la necesiten y así ir ganando autogestión de sus emociones, a la vez que disminuirá su impulsividad.
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